Italia elige al nuevo Presidente de la República*
A finales de enero, el Parlamento italiano designará al sucesor de Sergio Mattarella. ¿Cómo se desarrolla el voto? ¿Cuáles son los aspectos políticos de esta elección?
Italia es una república parlamentaria, cuyo Presidente y Jefe del Estado es fundamentalmente un garante de la Constitución. Su mandato dura siete años y, si bien no tiene facultades políticas directas, sus prerrogativas permiten un diálogo institucional con el Parlamento, el Gobierno y la Magistratura. El Presidente reside en el Palacio del Quirinal de Roma, y representa la unidad nacional. Debe ser ciudadano italiano, tener más de 50 años y gozar de sus derechos políticos y civiles, pero la norma no escrita sugiere que el Presidente, que debe ser super partes, sea una persona no políticamente activa en la actualidad (o no sea identificable con un partido), y que haya presidido una de las Cámaras del Parlamento.
El desarrollo del voto prevé que ambas cámaras se reúnan “en sesión común” en el Palacio de Montecitorio, sede de la Cámara de Diputados, por ser la más grande. La elección incluye a los parlamentarios, los senadores vitalicios y tres delegados por Región: el total es de 1.009 grandes electores que ejercen su voto, uno a la vez, ingresando en unas cabinas especiales de madera, llamadas catafalcos, y depositando un papel con el nombre de la persona elegida (este año, los tradicionales catafalcos serán reemplazados por cabinas equipadas con medidas de higiene). Si bien el voto es secreto, muchos electores lo “firman” con diversas fórmulas, por ejemplo escribiendo “Prof. X”. Es probable que, para evitar cualquier reconocimiento, desde este voto se lea solo el apellido.
En los primeros tres escrutinios, el mínimo de votos es de 2/3 del total de electores, o sea 673. Pero a partir de la cuarta votación, el número se reduce a la mayoría absoluta, es decir 505 (solo en dos ocasiones no se llegó al cuarto voto). Por lo tanto, para elegir al Jefe del Estado se necesitan dos elementos: un acuerdo transversal entre varias fuerzas políticas, porque ningún partido tiene 505 grandes electores. Por otro lado, se necesita táctica. A menos que haya un apoyo extraordinario para alguno de los “candidatos”, indicar un nombre para los primeros tres escrutinios equivale a descartar a esa persona, que quizás podría llegar con la mayoría absoluta.
El Presidente actual, Sergio Mattarella, fue propuesto en 2015 por el Partido Democrático (PD), que contaba con 420 grandes electores. El entonces líder del PD, Matteo Renzi –actual líder de Italia Viva–, lo propuso luego del tercer voto, y Mattarella resultó electo al cuarto escrutinio, con 665 votos. En esta legislatura, el espacio conformado por los tres partidos derecha cuenta con unos 460 electores, más que el PD en 2015. Esto sugiere que la derecha debería dar las cartas, pero hay divisiones internas en torno a la figura de Silvio Berlusconi, que quiere ser presidente a toda costa y, de no ser elegido, amenaza con retirar a Forza Italia del gobierno. Por otra parte, el Movimiento 5 Estrellas, que formalmente es el partido mayoritario en el Parlamento, está desarmándose y sus legisladores no siguen una misma línea. A su vez, el PD (centro-izquierda) no encuentra una dirección clara. Los líderes respectivos, Giuseppe Conte y Enrico Letta, intentan mostrarse unidos publicando tweets con el mismo exacto contenido.
El Parlamento fue convocado para comenzar el procedimiento el 24 de enero, aunque los escrutinios pueden desarrollarse durante toda la semana. Hay tres escenarios posibles: en el primero, el espacio de derecha indica un nombre que encuentra el consenso del área de centro e incluso parte de la centro izquierda, reuniendo los votos necesarios con un acuerdo transversal. En el segundo, el Parlamento elige a Mario Draghi, actual Presidente del Gobierno, y el ejecutivo completa la legislatura hasta el voto, en 2023, con las mismas fuerzas y un nuevo líder. Sobre esto, Draghi, el italiano más apreciado en la UE y el mundo, está guiando un gobierno exitoso en índices económicos, campaña de vacunación y recuperación general de la pandemia. Puede permanecer en el gobierno, con el riesgo de ser reemplazado luego de las elecciones políticas de 2023, o puede convertirse en el próximo Presidente de la República, posición en la que contaría menos pero permanecería durante un mandato más largo. En el tercer escenario, que es el menos probable, Berlusconi consigue no quedar afuera de la competición en los primeros escrutinios. Si la derecha vota compacta, será una especie de balotaje entre él y un candidato del área de centro y centro-izquierda.
En un país en el que los gobiernos duran, en promedio, poco más de un año, la Presidencia de la República es una institución política estable y respetada por los ciudadanos. Desde la soledad del Quirinal, la colina más alta de Roma, el próximo Jefe del Estado cubrirá tres legislaturas: lo esperan el primer Parlamento reducido luego del recorte, la actuación del fondo extraordinario de recuperación de la Unión Europea y posibles cambios en el equilibrio político italiano.
*Artículo publicado en el diario Perfil el domingo 23 de enero de 2022.